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  • ¿Podemos dejar de ser nosotros?

    ¿Quién eres?

    Piensa un personaje. Puedes ser tú mismo, o tomar prestado alguno de un libro, película o cualquier otro sitio. ¿Cuánto podemos alterar las sus historias manteniendo su esencia? ¿Podría Harry Potter ser Harry Potter si nunca hubiese asistido a Hogwarts? ¿Qué tal si nunca se hubiese hecho amigo de Ron? Estoy seguro de que puedes inventar tus propios ejemplos.

    Ahora pregunto, ¿por cuánto tiempo seríamos las mismas personas si comenzáramos a añadir y remover piezas de nosotros?

    Entre todos nuestros elementos dinámicos, existe un producto de nuestra singular biología, nuestra historia, y la narrativa con la que entrelazamos todo. Imagínalo como el tronco de un árbol que provee fuerza y estructura al todo. Esa es una parte del ser único que menciono en ‘Las sutiles restricciones que casi nunca consideramos‘.

    La idea suena bizarra, ¿pero puede un pez ser sin un océano? ¿Podemos capturar un río y guardarlo en un recipiente? ¿Podemos dejar de ser nosotros mismos? ¿Qué sucede con ese núcleo cuando nos alejamos? Quizá la rama está tan alejada del tronco que deja de recibir los nutrientes que necesita. O peor, la rama puede haberse roto.

    Deberíamos preguntarnos la razón del alejarnos de nosotros mismos. ¿Puede ser una satisfacción momentánea, o la evasión de un horror apremiante? ¿Vale la pena renunciar a una parte esencial de nosotros? Podríamos no estar pensando en absoluto.

    Sin importar la relevancia de la causa, el final de una margarita puede venir del ahogo o la sed. Antes de darnos cuenta, la conexión se ha ido. La calidez y el brillo del sol nos han dejado ciegos. La adversidad ha vuelto nuestra piel sensible en piedra. Un bocado amargo ha matado nuestro apetito. Una dulce fragancia se ha escapado de nosotros. Un armonioso sonido se ha transformado en una ensordecedora cacofonía. Sí, aquí estamos. Sin embargo, no lo estamos.

    Tenemos la oportunidad de reconectar con nosotros otra vez. La rama puede brotar raíces y conseguir una nueva fuente de nutrientes. Podemos restaurar estos sentidos quemados. Puede que el proceso sea lento, torpe, e intimidante. Sin embargo, podemos degustar vez la acidez de una fresa, oír el resonar de una campana, la suavidad de nuestra ropa, el aroma de granos de café recién molidos, y ver el tenue color del atardecer.

    La clave para mantener nuestra esencia es el asombro. Necesitamos estar atentos a aquello que disfrutamos, aquello que nos atemoriza, atentos a los momentos donde nos sentimos bien, aquellos donde nos sentimos mal, y la razón para etiquetarlos de esa manera. Tenemos que convertirnos en expertos de nosotros mismos. No dejes de hacerte preguntas, incluso si crees conocer la respuesta, tú mismo podrías sorprenderte.

    Volviendo a la pregunta inicial, ¿quién eres?

  • Las sutiles restricciones que casi nunca consideramos

    Raramente pensamos acerca de todas las restricciones con las que vivimos.

    “¿Cómo obtenemos tal libertad?” Fue la pregunta que persistió desde que me crucé con el video de Aurora “Cure for me”.

    Lo que resaltó es la remarcable demostración de personalidad sin restricciones: el baile, máscaras, el uso del color, especialmente los gestos excéntricos.

    Existe cierta ligereza en ella, de allí las ansias por comprender completamente la fuente.

    Cuánto nos podríamos beneficiar de una mayor expresión, de la abolición de limitaciones que pasan desapercibidas, nuestro arte de perspectivas frescas y audaces. Sin embargo, ¿realmente estaríamos mejor sin ningún peso?

    Contestando la pregunta

    La ligereza que buscamos entender no está relacionada con la imitación de una personalidad llamativa ni extravagante, sino con encontrar nuestra naturaleza única.

    En vez de cubrirnos con más, tal expresividad vendrá a raíz de despojarnos de las restricciones construidas por el tiempo, el mundo, memorias, elecciones, experiencias, y nosotros mismos.

    Nuestro rol debe alinearse con el escultor de piedra, a diferencia de un pintor. En lugar de tomar un lienzo en blanco y aplicar color tras color, debemos cincelar y dar forma a la roca de acuerdo con la visión que tenemos.

    Soltar, no aferrar.

    ¿Dónde terminamos y el resto comienza?

    En este acto de descarga, estamos frente a una pregunta peculiar.

    ¿Cómo sabemos qué parte de la roca debe ser tallada?

    ¿Qué parte de nosotros es la auténtica?

    ¿Qué debe ser removido?

    ¿Qué debe permanecer?

    Restricciones

    Considera las restricciones como el vidrio que provee forma y estructura al agua. Ellos nos hacen inclinarnos por un comportamiento y manera de ser particular.

    Algunos son exigidos, otros autoimpuestos.

    Algunas convenciones son favorables, otras nocivas.

    Estas últimas pueden hacernos marchitar y negar el espacio que las ideas tienen para prosperar. Las restricciones afectan nuestros resultados, de la misma forma que un árbol doblaría su forma si encuentra algún obstáculo al crecer.

    Aquí es cuando se quiere audacia, dado que las restricciones no están escritas en piedra. Necesitamos desafiar ideas y conceptos preestablecidos. La cantidad de audacia es algo que debemos aprender a ajustar.

    Sin embargo, estar completamente encadenado probaría ser tan poco práctico como ser tan ligero que no podamos caminar sobre el suelo.

    Escoge tus restricciones sabiamente

    Somos escultores, por ningún motivo querríamos tener un montón de escombros, tampoco un bloque de roca sólido y sin refinar.

    Nuestro arte y nosotros podemos disfrutar de perspectivas nuevas e ideas inauditas, de la misma forma que podemos encontrar utilidad en el orden, procedimientos, estructuras y convenciones.

    Todos tenemos que estar de acuerdo en algunas cosas:

    letras para expresar palabras,

    palabras para párrafos,

    párrafos para ensayos,

    ensayos para transmitir ideas,

    incluso si tal tarea resulta más difícil de lo que aparenta a pesar de coincidir en significado.

    Existen restricciones que mejorarán, en vez de reducir, siempre y cuando sepamos cuál es el resultado que deseamos. Es así que nuestro propio juicio juega un papel crucial en el asunto.

    Nuestra intuición, gusto, estándares, experiencias, y elecciones son ejemplos de elementos que dan forma a lo que hacemos, y lo hace único.

    A pesar de ellos, su aplicación, o ausencia, debe ser una decisión deliberada.

    Considera la forma que quieres crear

    Tienes frente a ti un bloque de roca.

    ¿Lo dejarás intacto, natural y crudo?

    ¿Serviría mejor como escombros para material de construcción?

    ¿Deberíamos dar el salto y decidir desvelar una forma en la piedra?

    Como sucede con nosotros, nuestro arte, y tal bloque, nuestra intención es lo que representa una brújula en el mar de infinitas opciones.

    Debemos pensar en la existencia de nuestras restricciones, nuestras decisiones, memorias, experiencias y entorno. Una vez estemos conscientes de su presencia, de su peso, recae en nuestras manos

    desafiarlas,

    aceptarlas,

    jugar con ellas hasta obtener una forma y encanto que imaginamos en nuestra mente,

    y entonces obtener ligereza.