¿Esa actividad es tan importante, o gratificante, como para justificar el tiempo que inviertes en ella, o solo es una forma de lidiar con un tormento? A través de algunas emociones podemos sentir dolor, tal es el caso del pesar, miedo, decepción, soledad, melancolía, o desespero. Tal aflicción puede ser insoportable al punto de sentirse como una punzada. Algunos dicen que el miedo corta más profundo que las espadas. Debemos responder a este sentimiento de alguna manera, y la acción que tomemos, o la falta de acción, tendrá repercusiones. Nosotros escogemos si conquistar nuestras emociones, o mirar a otro lado.

Distracción: entre más ruidosa, mejor

La distracción es una de las tácticas más comunes para evitar el dolor. Comenzaremos la búsqueda por algo más ruidoso que nuestros pensamientos, que consuma completamente toda nuestra atención, torne nuestra habilidad para pensar inútil, como dejar de existir de forma momentánea. No nos compete el decidir si una actividad en particular es constructiva o destructiva, sino la razón por la cual nos encontramos seducidos ante ella: la promesa de confort barato. Sí, podremos encontrar alivio momentáneamente. Sin embargo, al despertar de ese dulce sueño, el dolor puede volver más fuerte. Es entonces cuando comienza otra vez el ciclo de perseguir ese estado letárgico.

Explorando el concepto de conquistar emociones

La alternativa no es tan agradable, ni fácil, pero ofrece una manera de adquirir tranquilidad de una manera estable; conquistar nuestras emociones. Dicha tarea consiste no solo en hacer las pases con el sentimiento, sino en absorber su impacto y tener el coraje de moderarlo. Nos permitimos coexistir, explorar y comprender la sensación, sus raíces, y su significado. Sin embargo, no podemos dejar que nos consuma. Incluso si algunos tormentos son severos y no
queremos dirigirles la mirada, la decisión del cómo actuamos recae en nosotros. Debemos armarnos de valor para decidir qué es lo mejor y tomar acción de manera acorde.

Una forma prudente de conquistar nuestras emociones

Incluso si conquistar nuestras emociones es el ideal que debemos esforzarnos por conseguir, a veces el golpe es abrumador, capaz de derribarnos. ¿Deberíamos abandonar nuestra búsqueda? No. En lugar de ello, encontrar una forma más razonable de alcanzar tal meta es la respuesta correcta, lo cual es imposible si tenemos la delirante percepción de nosotros mismos como seres invencibles, o sin ninguna falla. Nosotros flaquearemos. Sin embargo, tener resiliencia tiene un mayor impacto que nunca errar. En otras palabras, debemos apegarnos al modelo lo mejor que nuestra habilidad lo permita. Si el peso es demasiado agobiante, lo podemos soltar, arrastrarlo, o descansar y comenzar de nuevo mañana.

Toma acción

La futilidad de usar la distracción como solución es evidente; no solo será efímera e insostenible, también la emoción que tememos podría reavivarse en cualquier momento a raíz de cualquier situación que nos encontremos. En vez de esto, debemos adoptar la estrategia de conquistar nuestras emociones, tener el coraje de no mirar a otro lado, y estar dispuestos a aceptar esa parte del ser. A medida que dejamos de luchar contra nosotros mismos, tranquilidad aparecerá, y existirá suficiente espacio para que las emociones respiren, para que se expresen de la manera particular que nuestra naturaleza demande. En este punto quizá no seamos felices, pero al menos podemos estar en paz.